jueves, 3 de marzo de 2011

Caótico pasado, incierto presente, apocalíptico futuro…



Cada hombre es un proyecto divino, distinto y único. (NARCIZO YEPES)



El hoy aquí y ahora, es irreal, aparente, un mundo virtual y de fantasía donde nada es lo que parece: tu dinero son anotaciones mercantiles dependientes de un botón; tus ropas, de petróleo; tu comida, la que ves en España Directo; tus deseos, los de la gran caja muñidora y de muñequitas; tu Patria una entelequia discutida y discutible; tu Dios, no existe; tu mujer, un sexo desconocido; tus hijos, abortos frustrados. ¿Y el futuro? del futuro, mejor ni hablar, incluso el más inmediato, nos lo tienen escrito y, como siempre, fatal e inexorable pasaremos a ser la verídica realidad de la gran mentira del mañana.

Ellos están allí, maquinando sus cosas, sus guerras de fuego y muerte, y sus guerras de libertades y de hipotecas. Y nosotros estamos aquí, con la ilusión siempre frustrada. Conversos revolucionarios e ilusos perpetuos, convencidos que vamos a elegir a un puñado de buena gente para que manejen un poco el cotarro, y lo uniquito que encontramos son una miríada de “chulos” a lo que tenemos la obligación de cebar entre lujos y boatos, mientras se arrogan derechos y honores, y vociferan sin pudor y desparpajo sus mentiras y sus engaños. Parapetados tras las leyes de quita y pon, la moral y los principios que la jugada convenga y, siempre con el verdadero y autentico poder a su servicio: el de las porras, más algo más si fuera preciso.

Estamos condenados a galeras. Nos toca remar bajo la atenta mirada del guardián; sin desfallecer para que el látigo no fustigue nuestra insolencia. Somos muchos, demasiados, creo, los convictos que hemos de penar en el ostracismo social, político y moral. Limitados, trabados y amenazados, solo nos toca currar y apencar bajo la atenta mirada de Hacienda, del sátrapa de tu taifa, de la Diputación, del Ayuntamiento, de la comunidad de vecinos y del “gorrilla” que te exige un euro por aparcar. Sin desfallecer para que el peso de la Ley no caiga con todo su vigor, inclemente e inexorable sobre tu asquerosa vida, hacienda, y doliente alma, si te queda. A remar y callar, que los de arriba pilotan esta nave instalados en cómodos camarotes, ora a puertos de grandes negocios, ora a mares de grandes guerras. Da igual, el beneficio siempre será para ellos. Y para ellos un madero al que asirse si el barco se hunde; para nosotros encadenados a las cuadernas, acaso recibiremos nuestro mendrugo o nos iremos al fondo irremediablemente.

¿Entonces?

Entonces… seguiré chapoteando en este cenagal. Eso sí, altivo, bizarro, convencido de mis convencimientos. Puede que alguien…, puede que algún extraño suceso, que una inimaginable convulsión desencadene un milagro; bueno… un acontecimiento cientificamente inexplicable capaz de convertir a este género que llamamos humanos y a los que se creen sus dueños, en hijos de un dios…, mejor, de mi Dios. Porque para temerle o para amarle, este mundo todavía es Su Creación. Pienso.

Saludos y gracias a todos.

2 comentarios:

Herep dijo...

Buenas TOPOSTEO,
Yo creo en el Dios del que hablas, y creo que la vida es un camino de aprendizaje para, llegado el momento, no tropezar y, ante tanta inmundicia, tener la vista clara.
Saludos y valor.

IURIS dijo...

Hola Elmenesteo


La foto de los remeros en galeras me ha recordado a la película Ben-Hur, no sé si es un fotograma de ella.
Y como él, condenado injustamente a galeras, nuestra fuerza y ganas de luchar hará que no nos sojuzguen, no vamos a consentirlo. Somos y nos sentimos libres, otra cosa es que intenten que no sea así.

Un fuerte abrazo